Desde
el momento en el que empezamos a convivir y coexistir en comunidades nómadas,
el ser humano ha buscado un líder, alguien capaz de guiar al grupo. A lo largo
de la historia el ser humano se ha visto rodeado de varios, hemos visto como
habido personas en el papel de líderes cuyo desempeño ha sido considerado
pésimo, o en el mejor de los casos: un ejemplo a seguir. Hoy hablaré del
liderazgo en México, un liderazgo que sin duda deja mucho que desear. Pues
teniendo en cuenta que un buen líder guía y busca siempre alcanzar el bien
común, el líder mexicano, o, mejor dicho, el presidente de México hace todo lo
contrario.
Empecemos hablando de la
polarización social que diariamente propicia; dividir y alimentar la discordia
entre los habitantes de su pueblo simplemente asoma la mala o nula comprensión
que este tiene sobre el concepto liderazgo. El papel fundamental de un líder es
orientar y dirigir, trabajar para salir adelante, siempre escuchado la opinión
y validando las peticiones del pueblo. Desde el jardín de niños nos enseñan a
trabajar en equipo, aprender a comunicarnos con los demás y a escuchar a esas
personas que tienen puntos de vista diferentes al nuestro, lo cual es
importante para así poder proponer nuevas ideas, nuevos planes o nuevos caminos
que lleven al progreso de la comunidad.
Dicho ello, últimamente el
liderazgo mexicano se percibe más autocrático que democrático, pareciera que
ninguna opinión importa más que la del presidente. Básicamente se hace lo que
dice, afirma o incluso impone. Según sus palabras “el pueblo manda”, pero
siendo sinceros el único “pueblo” que manda son las personas que a través de engaños
y chantajes caen en la red de un líder arrogante y soberbio que únicamente utiliza
a su “pueblo” para llevar a cabo sus planes. Algo que definitivamente va en
contra de lo que significa ser un líder, o al menos uno bueno.
En
este gobierno no hay cabida para científicos, periodistas, o simplemente para
cualquier aspecto que intervenga con los planes del presidente. Si alzas la voz
en contra automáticamente te conviertes en un opositor o, en palabras del
mandatario, en un "fifí ". En verdad es lamentable ver como
poco a poco el rumbo del país se ve truncado y cada día más la nación se desmorona
bajo las manos de este liderazgo insípido, que lo único que hasta al momento ha
dejado es división y mediocridades.
Otro
ejemplo, claro, del mal liderazgo mexicano aflora en la mala administración de
la pandemia, importó más una ridícula rifa de un avión en “cachitos”, que
planear una buena estrategia que hiciera frente a lo que hoy nos enfrentamos. Urge encontrar
un contrapeso para detener el liderazgo bajo el que estamos siendo regidos, un
líder toma decisiones y procura el bienestar de su comunidad, no impone ni ignora la opinión de su pueblo.
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